Hace ya algunas semanas estuve en medio de una conversación sobre la existencia de la bisexualidad. De manera personal no quize ahondar en comentarios frente a lo que en esa plática se planteaba, por cierto recelo hacia el tema tal vez o simplemente por no generar una discusión que se tornara más complicada de lo que era ya en ese momento.
En ella se planteban dos mundos de opinión hacia el tema. Uno que dice, y seguirá diciendo, que no existe, que es meramente una forma de esquivar la inminente homosexualidad que se revelará, o negará, a futuro. Que plantea a la bisexualidad como una mentira, ¿piadosa?, frente a los prejuicios de la sociedad y en el que las posibilidades prácticamente están cerradas a la heterosexualidad y a la homosexualidad como espectros totalitarios de la orientación. En pocas palabras eres de un bando o de otro, no hay intermedios.
La otra postura planteaba a la bisexualidad como una gama de posibilidades donde todos entramos de cierta forma. Una gama que va desde la heterosexualidad hasta la homosexualidad pasando por niveles en los que eres bisexual con carga homo o hetero equivalente o inclinada hacia alguno de los dos, pero que funciona para abrir las posibilidades de relación tanto sexual como emocional sin importar méramente el sexo de la pareja.
Ambas opiniones expresaban algunas posturas de la psicología, refiriéndose a estudios sobre la orientación sexual realizados en diferentes partes del mundo a lo largo de la historia. Añadiendo también las experiencias personales y la postura de cada integrante de la conversación frente al tema.
Al final la conversación no pasó a mayores en términos de alguna solución o acuerdo, más bien se expuso un tema, se expresaron opiniones y se cerró cual caso no resuelto en una corte donde l@s acusad@s no podían defenderse del todo, por falta de presencia o por precaución frente a un totalitarismo sexual que podía rayar en una especie de fanatismo.
Sin embargo, este tipo de conversaciones generan en mi cabeza preguntas que al resolverse se replantean y cuestionan aspectos cada vez más complejos del pensamiento de algunos de mis amigos en pleno 2012.
De manera personal sé que es imposible generalizar y dar respuesta totalitaria frente a temas de sexualidad en general. En cada cabeza habrá siempre ideas y pensamientos que jamás serán planteados, al igual que estilos de vida y experiencias que delimitarán la forma de referirse hacia temas estigmatizados en una sociedad como la mexicana.
Eres gay y te acepto, acepto que seas amanerado, afeminado, machorra, puto o tortilla. Pero te acepto. Como si en esa aceptación estuvieran incluídos todos esos adjetivos que ni son referentes a la comunidad de forma obligatoria, ni son mental y socialmente sanos. Es casi como decir, eres heterosexual y acepto que seas "normal", sano y buena persona.
Dices que eres bisexual y te señalo, te señalo como indefinido, promiscuo, mentiroso, doble moral, hipócrita. ¿Desde cuándo todos esos adjetivos están ligados al mundo no heterosexual? Los encabezados de la nota roja en los periódicos confirman día a día que ese tipo de afirmaciones nada tienen qué ver con la orientación sexual.
La diversidad sexual es prácticamente como la diversidad en gustos gastronómicos, literarios, musicales e incluso equivalente al hecho de que te guste el blanco, el negro o el gris. En un mundo que obliga al individuo a "ser" de uno de los dos bandos (homo o hetero) ¿no sería más fácil expresar eso desde el principio? Decir soy gay y ya. Soy heterosexual y ya. ¿Por qué adentrarnos en una complicación de términos como la bisexualidad, la polisexualidad, la demisexualidad? La respuesta es muy simple: Porque existen. Porque han existido siempre y seguirán estando. Más allá de si las teorías psicológicas, médicas, biológicas e incluso religiosas las aceptan o no.
Alfred C. Kinsey demostró las diferentes caras del comportamiento sexual humano en la sociedad estadounidense en 1948, generando incluso una escala de medición que abaraca y explica tanto las preferencias sexuales como las variaciones posibles a lo largo de la vida (Escala de Kinsey). Resultados que tuvieron un impacto claro en la fomra de ver y percibir a la sociedad. Publicando sus estudios en dos libros distintos pero compementarios: Comportamiento sexual en el hombre, 1948 y Comportamiento sexual en la mujer, 1953.
Alfred C. Kinsey demostró las diferentes caras del comportamiento sexual humano en la sociedad estadounidense en 1948, generando incluso una escala de medición que abaraca y explica tanto las preferencias sexuales como las variaciones posibles a lo largo de la vida (Escala de Kinsey). Resultados que tuvieron un impacto claro en la fomra de ver y percibir a la sociedad. Publicando sus estudios en dos libros distintos pero compementarios: Comportamiento sexual en el hombre, 1948 y Comportamiento sexual en la mujer, 1953.
El problema en una sociedad como la nuestra es la costumbre de ver la paja en el ojo ajeno. El problema es pensar que nuestro cerebro alberga todas las explicaciones y que en ellas radica la respuesta total a temas que, por lo general, no hemos vivido y que probablemente jamás tengamos el valor de enfrentar. Temas que no comprendemos y frente a los que nos cegamos cuando algún destello de lógica y razón aparecen para justificarlos.
"Fomentaría un raciocinio más claro sobre estos temas si las personas no fueran clasificadas como heterosexuales ni homosexuales, sino individuos que han tenido cierta cantidad de experiencias heterosexuales y cierta cantidad de homosexuales. En vez de usar estos términos como sustantivos indicativos de la persona, o incluso como adjetivos para describirlas, debiesen mejor ser empleadas para describir la naturaleza de las relaciones sexuales en sí, o al estimulo al que el individuo responde". A. Kinsey, Sexual Behaviour in the Human Male. (1948)
Seamos claros al respecto. Ya sea por prejuicio, por negación, por intoleracia, por religión, por falta de conocimiento. Por lo que sea. No aceptar las diferencias y más allá de eso, clasificarlas en el terreno de lo inexistente y lo prohibido genera una escacez mental y de entendimiento equivalente a la ignorancia y a la falta de formación e información.
"El género masculino no representa dos diferentes poblaciones, la homosexual y la heterosexual. El mundo no esta dividido entre cabras y chivas. No todo es blanco y negro. Es fundamento de la taxonomía que la naturaleza rara vez se topa con géneros discretos. Solo la mente humana puede inventar dichas categorías e intentar forzadamente separarlas de dos ternas diferentes. El mundo viviente es una continuidad de cada uno de sus aspectos. Mientras más rápido aprendamos esto concerniente a la sexualidad humana, más pronto alcanzaremos un serio entendimiento de las realidades del sexo en sí". A. Kinsey, Sexual Behaviour in the Human Male. (1948)
Mi amigo se dice bisexual.
¿Se dice?, ¡Es bisexual! o acaso cuando te preguntan contestas: "¿Yo? me digo heterosexual, mucho gusto".
Finalmente, les comparto este documental. De las pocas cosas que hay en la red que plantean el mundo de la bisexualidad abiertamente haciendo un análisis claro y desde varias perspectivas.